diumenge, 17 de juny del 2007

"No hay uvas en el atún"

Ja fa uns 30 anys el senyor Michael Sylvester Enzino Stallone va escriure un llibre. Com us podeu imaginar es va tractar d'una obra "especial". Navegant per internet vaig trobar algú que en parlava amb entusiasme. Penso que paga la pena compartir-ho amb tots vosaltres. Ho podeu veure a la següent adreça:
Per si de cas desapareix he preferit fer un retalla i enganxa. Així m'asseguro que tothom ho pugui llegir. Aquí ho teniu:
Paradise Alley (o el poder literario de Stallone)
"Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude". Orson Welles "Con una técnica muy simple, con la ternura y la humanidad del mejor Saroya, de los relatos breves de John Steinberg o de los cuentos italo-neoyorkinos de Mario Puzo". Después de leer esto, uno podría pensar que se está hablando de Paul Auster o de una Patricia Highsmith cualquiera. Nada más lejos de la realidad. Esa cita está extraída directamente de la contraportada de la última joya higronáutica que ha caído en mis manos: la primera novela de Sylverster Stallone, Paradise Alley. Y digo primera novela, porque de todos es sabido que previamente el actor ya había (trans)escrito el guión de Rocky. O al menos eso es lo que afirman las buenas lenguas. Porque de acuerdo que la mítica cinta de boxeo no es ningún prodigio de narrativa cinematográfica (y mucho menos argumental), pero aún así, después de haberme leído las doscientas diecisiete páginas que forman este Paradise Alley, dudo, y en qué medida, que maese Stallone fuera capaz de realizar dicha tarea. A los hechos me remito.
Somero argumento
La novela, para los que no conozcan la posterior adaptación cinematográfica que dirigió el propio Sly, trata de tres hermanos (inmigrantes italianos, cómo no) que sobreviven a Hell's Kitchen (aka La cocina del infierno) como mejor pueden. Tenemos al grande y lerdo, al feo estafador y al tullido de la guerra del Vietnam. Los tres quieren salir del marginal barrio y llegar a ser alguien en la vida, pero las condiciones sociales a las que se enfrentan (si eres inmigrante italiano pero no perteneces a la famiglia, complicada está la cosa) a duras penas consiguen sobrellevar su gris cotidianidad. Llegados a este momento, Sylvester, en un arrojo de originalidad sin parangón histórico, hace que su personaje más fuerte y bruto se empiece a dedicar al mundo de la lucha (que no boxeo, para que no le acusaran de autoplagio, se presupone), empezando a hacerse famoso y a ganar dinero contante y sonante. Pero claro, todo en esta vida tiene un precio, y la fama cuesta. Y es aquí donde el "autor" da lo mejor de sí, describiendo las penurias a las que se enfrentan los tres hermanos: peleas entre ellos, triángulos amorosos, sordera crónica a causa de los golpes recibidos en los combates... Ya saben, lo típico. No les desvelaré el final, por eso, para que se sientan obligados a comprarse el libro (que a un servidor le costó la fríolera de 60 céntimos) y así ayuden a engrosar las arcas del semental italiano.
Conceptos narrativos
En cuanto al estilo y la técnia narrativa, sobran palabras. El que esto suscribe presupone que buena parte de la culpa la tiene también el traductor, don José Luís Álvarez, que debía traducir palabra por palabra diccionario en mano, porque si no no se entiende que aparezcan palabros y sentencias tales como "pistolón", "como que sólo ganaba cuarenta centavos por hora", "después de desayunarse con whisky" o "perspiración" (se ofrece cuantiosa suma económica a quién sepa qué demonios significa "perspirar"). Pero dejando a un lado las barbaridades traductoras, desde aquí me gustaría romper una lanza en favor de la prosa de don Silvestre. Para empezar, la dificultad que conlleva saber desde que punto de vista están narrados los acontecimientos, pues si bien en general parece que el narrador se sitúa fuera de plano (aka tercera persona), hay momentos puntuales en que éste parece no resistir la tentación de soltar improperios personales, y se pueden contemplar frases del estilo "(...)una cara despreciable. De esas que a uno le gustaría aplastar una y otra vez, con una apisonadora" o "Patty McLade cayó al suelo como se cae el camisón de una puta".La reiteración (redundante), más como poco recurso, que como recuso alguno, está más que patente en cada una de las páginas de esta obra. Un ejemplo nada azaroso de ello: "- De Frankie el Triturador. ¿Y qué?- ¿Y qué, dices? (la coma presupongo que es de mr. Álvarez) - ¿Y qué?- Eso, ¿y qué?". Pues eso. Otro elemento común en todo Paradise Alley es el hecho de que el autor, utilizando el recurso barriobajero por antonomasia, llama a sus personajes secundarios por su principal defecto y/o virtud física. Así, andando por las páginas de Hell's Kitchen, nos encontraremos con la Bultos, el Manco, el Furúnculo, la Señora Gorda, el Señor Bajito,... (dignos todos de formar parte del espectáculo de freaks de Coney Island).Y aunque queda mucho por explicar en el tintero (que por falta de tiempo y espacio no puedo reproducir aquí), terminaré hoy con el elemento que más me ha hipnotizado en el savoir faire de don Stallone: el uso contanste de recursos expresivos (perífrasis, hipérboles, símiles, sinestesias, metáforas, etc.) de una manera harto simplista y/o soez, que convierten cada sentencia en poesía en estado puro. Rematando lo irrematable, les dejo algunas "perlas exóticas" para su disfrute personal: - "Sus ojos parecían dos pasas de Corinto incrustadas en el cráneo con el mango de una escoba (...) y algo parecido a un plátano hacía las veces de nariz" (definición muy madura de un personaje principal). - "El uniforme era como un horno de lana" (¿alguien sabe dónde conseguir un horno de estas características?). - "Tengo yo sangre de deportista en cantidad" (cualquiera le lleva la contraria). - "Cosmo estaba lo bastante cerca para limpiarse los mocos en el cogote del otro" (qué belleza plástica en tan sólo una oración). - "Exhibiendo una dentadura que recordaba el interior de un albaricoque podrido" (dos dudeos ante esto: ¿hacía falta que el albaricoque estuviera podrido? y, ¿cómo es un albaricoque podrido?). - "(...)y embistió con fuerza el cuerpo de McLade con la fuerza de un tren elevado" (para mañana, redacción: diferencias de fuerza entre trenes elevados, subterráneos y a ras de suelo) - "Agrio era el molde de la cara del Perragorda" (ante esta frase no me queda más que genuflexionarme ante el arte poético del maestro). Podría seguir, pero quizás les apagaría la curiosidad por leer una de las mayores obras literarias del siglo pasado. Así que mejor les encomiendo a su librero de confianza, si es que, después de haber leido esto, todavía sienten la necesidad/curiosidad imperiosa de agenciarse Paradise Alley. O no.